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5.8.04

La Tierra de OZ

Traducción de un artículo aparecido en ESPN.com

Ozzie Guillén sale disparado del dugout como si se estuviera incendiando. Sus Medias Blancas han perdido tres de los últimos cuatro juegos en un viaje como visitantes y tienen una leve ventaja de 4-2 en el octavo inning sobre los Marineros. Con miras a las series de mediado de junio contra los Phillies y los Bravos, los patiblancos necesitan una victoria para mantener una ventaja de dos juegos sobre los Mellizos en la División Central de la Americana.

Guillén sube al montículo y llama a los infielders, incluyendo al shortstop José Valentín, quien está usando un micrófono para la transmisión televisiva de ESPN. Le quita la pelota al zurdo Damaso Marte y, mientras esperan a que llegue el relevista Shingo Takatsu desde el bullpen, comenta en su inglés con mucho acento, "Estoy cambiando al pitcher solo para salir en televisión, así mis hijos me pueden ver desde Florida."

Los jugadores se matan de la risa, y de pronto estamos viendo Bull Durham (la película con Kevin Costner y Susan Sarandon). O, mejor aún, Forrest Gump, porque Ozzie Guillén, el piloto novato de 40 años de los Medias Blancas es realmente como una caja de chocolates: a veces te toca con relleno suave, y otras veces te toca con una nuez.

"Esa es exactamente la personalidad que necesitamos," dice el gerente general Ken Williams, ex-compañero de Guillén con los Medias Blancas, y el hombre que lo contrató el pasado 3 de noviembre. Guillén reemplazó a Jerry Manuel, un hombre serio que estudia la filosofía de Gandhi. La pasividad del equipo hizo que lo despidieran. "El año pasado teníamos un equipo que podía llegar hasta el final," agregó Williams. "El problema estuvo en que jugaron con tensión."

Ese no es el problema con Ozzie. Entró en este negocio con su cabellera todavía muy negra, y pretende mantenerla de esa manera. "Quiero divertirme cuando vengo al trabajo, " dice Guillén, "y quiero que mis jugadores hagan lo mismo."

Incluso cuando pierden. Luego de una derrota 9-1 frente a los Mellizos el 22 de mayo, Guillén entró al clubhouse de visitante del Metrodome y subió al máximo el volumen del equipo de sonido. "Nunca había visto algo así," comentó el catcher suplente Sandy Alomar jr., un veterano de 15 temporadas. Otra cosa que Alomar vió por primera vez, cuando su manager se puso a bailar salsa con una periodista. "El dijo, 'No importa, suban el volumen del radio. Olvídense de esta noche, diviértanse, regresen y jueguen mañana."

Al día siguiente los Medias Blancas ganaron 17-7.

Para ayudarse a hacerlo bien en su primera gran contratación, Williams preparó 14 páginas de notas y entrevistó a varios candidatos por más de cuatro horas cada uno. El quería alguién con experiencia y que hubiera jugado en la post-temporada, posiblemente algún respetado veterano como Cito Gaston, para quien jugara en Toronto.

Afortunadamente para Guillén, un ex-shortstop que había sido coach, pero que no tenía experiencia como manager a ningún nivel, él no tenía idea de lo que le venía. "No tenía ni pista," dice. "Jugué para grandes managers como Jack McKeon, Bobby Cox, Jeff Torborg, Tony LaRussa, pero nunca les pregunté cómo eran estas entrevistas. Pensé que me iban a preguntar. 'Ok, hay hombre en primera y en segunda, y fulano viene a batear, qué haces en ese caso?'"

Guillén y Williams jugaron juntos para el Chicago de Jim Fregosi a mediados de los 80's, y han sido amigos desde entonces. En el verano del 89, fue el propio Guillén quien informó a Williams que había sido cambiado. "Ozzie estaba esperando en la puerte cuando llegué a casa, " dice Williams. "No le creí hasta que vi las lágrimas en sus ojos." Sin embargo, en los primeros 30 segundos de su encuentro el 29 de octubre del 2003, el entrevistador le dijo al entrevistado que estaba buscando a alguién que hubiera dirigido a un equipo. En otras palabras, a alguién más. El entrevistado respondió "Me necesitas!". "Bueno, algo así," dice Williams. "Pero no te puedo contar ni la mitad de lo que me dijo, porque no es apto para publicación."

A los pocos minutos, Williams dejó de lado las 14 páginas, y comenzaron a hablar de béisbol. En menos de dos horas, Guillén tenía el trabajo. "Lo contraté en el instante, " recuerda Williams. "El no lo sabía, pero ya estaba contratado." Cuando Guillén se enteró más tarde, le preguntó a Williams, "Entonces para qué me hiciste viajar a Chicago tres veces?"

Lo que finalmente convenció al gerente general fue la pasión de Guillén por los Medias Blancas. El jugó en el lado sur de Chicago por 13 años. Ganó el premio al Novato del Año en 1985, guió al equipo a los playoffs en el 93, fue tres veces al Juego de Estrellas y mantiene aún el mejor porcentaje de fildeo de cualquier shortstop que haya jugado para los Medias Blancas, incluso mejor que el de otro Venezolano, Luis Aparicio. Además de eso, trataba a los fans del Comiskey Park (hoy día U.S. Cellular) como si fueran de su familia, hablando con ellos antes, durante y después de cada juego, firmando autógrafos, asistiendo a almuerzos para los clubs de fans del equipo. "Después de Jerry Reinsdorf, " dice Guillén, refiriéndose al dueño dloe equipo, "Yo soy el fanático más grande que han tenido los Medias Blancas."

Eso explicaría por qué Guillén recibió la mayor ovación en el día inaugural de esta temporada. Los Medias Blancas son un claro segundo en la ciudad de los vientos, después de los consentidos Cachorros. Incluso son los segundos en incapacidad de ganar una Serie Mundial, habiendo ganado la última en 1917, mientras que los Cachorros no lo hacen desde 1908. Y mientras los Cachorros juegan a menos de diez millas al norte en un tesoro nacional, la casa de concreto de los patiblancos es conocida, no muy afectivamente, como "La Celda". "Los Cachorros tienen a Ernie Banks, Billy Williams y Ron Santo," dice Chris Zurowski, un super fanático de por vida de los Medias Blancas. "Nosotros tenemos solo a Dick Allen. Así que es muy importante para nosotros que Ozzie haya querido ser el manager de los Medias Blancas. El es un Media Blanca."

Otra cosa que ayudó a Guillén fue su experiencia como coach de tercera de los Marlins el octubre pasado cuando Steve Bartman se convirtió en un "santo patrono" de los Medias Blancas (nota del editor: Steve Bartman es el fanático que se agarró una pelota que iba a ser out, impidiendo que los Cachorros ganaran, y finalmente quitándoles la oportunidad de ir a la Serie Mundial). O que a la noche siguiente, antes del séptimo juego del playoff, hiciera la señal del ahogado para referirse a los Cachorros. O que después de que los Marlins ganaran, llamara a su ex-compañero Sammy Sosa al celular para burlarse. O que en una convención para fanáticos el invierno pasado comentara, "No quiero vencer a los Cachorros. Quiero matar a los Cachorros." Como dice el primera base de los Medias Blancas, Paul Konerko, "Tienes que aprender su idioma a medida que dice las cosas, pero logra hacerse entender."

Y siempre lo ha hecho. El consejero de los Medias Blancas, Roland Hemmond, quien fuera el gerente general que adquiriera a Guillén de los Padres de San Diego en 1984, cuenta una anécdota de la primera temporada de Guillén en la pelota profesional, cuando tenía 18 años, recién llegado de Venezuela: "Sandy Johnson, el director de scouts de los Padres, vino a ver al equipo y Ozzie lo llamó para decirle, "Hey, ven para mostrarte qué posición estoy jugando." Llevó a Johnson a un punto de la banca y le dijo, "Aquí es donde he estado jugando, en este preciso lugar." No tardó mucho tiempo antes de que estuviera jugando como titular. Esa es la manera de ser de Ozzie."


Mañana continuo con la segunda parte de este artículo, "La Tierra de OZ"...


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