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16.3.05

El rey de la lomita - II

Continuación de este artículo
"Es como cuando los Yankees tenían a Roger Clemens, o cuando Boston tenía a Pedro," dice LeCroy. "El fue ese tipo de lanzador para nosotros. Cuando el lanzaba, cuando era su día, sabíamos que ibamos a ganar."

Así que parece casi surreal que hace casi un año, Santana, quién venía de una operación en el codo, no quería arriesgarse y estaba a punto de completar una efectividad de 5.50 en sus primeras doce aperturas. Pero una vez que se dió cuenta que el dolor ya no estaba allí, nació un fenómeno.

Para septiembre, el tenía equipos de canales de televisión Venezolana siguiéndolo todo el día, todos los días. Y sus aperturas en el Metrodome se estaban convirtiendo en una suerte de Carnaval de los Grandes Lagos (nota del traductor: la zona donde queda Minnesota).

"Yo veía a la gente pararse y aplaudir y darme una ovación - y eso era solo cuando estaba calentando," dice Santana. "Eso era lo más increíble...

"Y recuerdo a una señora que se me acercó un día, llorando. Recuerdo pensar, 'Wow, no sabía que esto era así....'"

Sin importar qué tan grande fuera en Minnesota, era mil veces más enorme en un país que nunca había tenido su propio Cy Young.

"Estaba en la TV todo el día," dice Santana, "la gente hablando de mi. Cada juego que lanzaba estaba en TV. Es increíble saber cuánta gente te sigue. Cada vez que hablaba con mi papá por teléfono, el lloraba. Me decía, 'eres lo más grande. Solo sigue haciendo lo que estás haciendo.'"

Y como hijo obediente, Santana siguió haciéndolo hasta que ya no había más juegos para hacerlo. Después viajó a su hogar en Tovar, un remoto pueblo de 40,000 habitantes localizado en el corazón de los Andes Venezolanos.

Cuando se había ido el invierno anterior, el solo era un pelotero. Cuando regreso, descubrió que era un rey.

El día que ganó el Cy Young, los pobladores de Tovar armaron un desfile en su honor, un desfile que aún agua los ojos de Santana.

"Nunca he visto nada parecido," dijo. "Estaba luchando por no llorar. Después del desfile, fuimos a la iglesia [para hablarle a la multitud], y pensé que iban a tumbar el edificio de la cantidad de gente que trataba de entrar. Casi me pongo a llorar."

Después de eso, fue llamado a la capital para una ceremonia y una cena con el presidente Hugo Chávez.

"El es un fanático del béisbol," dijo Santa del presidente. "Me sorprendió con todas las cosas que me decía acerca del béisbol, sobre peloteros de hace mucho tiempo, peloteros que el seguía. Es bueno saber que uno tiene esa clase de apoyo. Es bueno saber que el presidente de tu país está atento a lo que haces."

Incluso el presidente sabía, sin lugar a dudas, que no había habido un Cy Young Venezolano en el pasado -- mucho menos uno que ganara de forma unánime. Así que no hay manera de saber cuántos niños de su país han decidido, en estos últimos meses, que su sueño ahora es crecer para ser el nuevo Johan Santana, en lugar de ser el nuevo Andrés Galarraga o Bob Abreu u Omar Vizquel.

Dieciséis Venezolanos conectaron 100 o más hits en las Grandes Ligas el año pasado. Pero antes de Santana, solo dos lanzadores Venezolanos - Wilson Alvarez y Omar Daal - habían ganado si quiera diez partidos en una temporada (nota del traductor: aquí el autor se equivoca. De hecho, antes del 2004, los lanzadores Venezolanos habían ganado diez o más partidos un total de 25 veces. El comentario debería aclarar que Alvarez y Daal son los únicos lanzadores zurdos en ganar más de una decena de partidos). Así que imagínense el impacto de tener a su propio Cy Young. Lo que Michael Jordan hizo para las canchas de basket en Estados Unidos, Santana lo está haciendo para los campos de pelota en Venezuela.

"Es un honor ser el primero en ganar este premio," dice Santana. "Esperemos que sea el primero de muchos. Creo que la manera en la que la gente piensa ha cambiado. Ahora saben que no solo podemos fildear o batear, sino que también podemos pitchear. Es bueno haber podido abrir esas puertas."

Santana tiene ahora el contrato más grande en la historia de los Mellizos -- cuatro años, $40 millones. Su primera acción para darle uso a ese dinero, fue construir nuevos campos de béisbol en su pueblo natal, y en la cercana población de Santa Cruz, que había sido destruída casi en su totalidad con las inundaciones del mes de diciembre.

Pero él sigue siendo un pelotero. Y eso implica recapturar la magia, hacer de nuevo lo que se ha hecho solo una vez -- ser el mejor pitcher del béisbol.

"Esperar a que vuelva a ser imbatible, a que siga haciendo las mismas cosas cada vez que lance -- obviamente, es excepcionalmente difícil de hacer," dice su mánager Ron Gardenhire. "Pero el es la clase de hombre que lo puede hacer. Tiene los lanzamientos para ser un pitcher dominante y para hacerlo por mucho tiempo."

Si el resto de su carrera se parece a lo que hizo el año pasado, "entonces tendrías a gente como Randy Johnson, Roger Clemens, Pedro Martínez," dice Gardenhire. "La diferencia entre esos lanzadores y el resto, es que han armado carreras en las que han mantenido ese nivel por mucho tiempo. El lo hizo un año. Pero Johan tiene el talento para hacerlo por muchos más, si se mantiene saludable." Y si eso es lo que él es, ¿quién sabe hasta dónde podrá llegar esta historia? Seguramente habrá nuevos trofeos, más desfiles, más vítores, más lágrimas. Y Johan Santana pudiera estar haciendo algo más que cenando con el presidente.

"Si me lanzo, seguro que obtendría algunos votos," dice riendo.

De pronto, se da cuenta de la ironía. "Sabes, es gracioso," dice. "El septiembre pasado en Minnesota, estaban regalando unos pines que decían, 'Santana para presidente'. Pero tachaban donde decía 'presidente' y escribían 'Cy Young'.

Al preguntarle si le dió uno de esos pines a Hugo Chávez, respondió "creo que está feliz de que yo tenga el Cy Young, y no la presidencia."


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